viernes, 24 de mayo de 2013

Quinto anuncio del Espíritu Consolador

"Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.  El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: «Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes»"
(Jn 16, 12-15)

     Cristo nos llamó hoy a su presencia porque busca un diálogo con cada uno de nosotros. Quiere mirarnos a la cara y hablarnos directo al corazón. Muchas veces las cosas terrenales nos pasan por arriba, y nos olvidamos de hacernos un tiempo para Él, nos olvidamos de escucharlo aunque Él nunca deje de gritarnos que está acá para nosotros, y que nos ama. Pensemos cuales son aquellas cosas que no nos dejan escucharlo. Dejemos de lado todo lo que no viene de Dios y dispongámonos a ver la realidad desde sus ojos, a desapegarnos de las cosas de la Tierra y, así, poder comprender, hoy y siempre, un poco mejor lo que intenta decirnos.

“Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad”

     Al recibir el Espíritu Santo que Jesús nos envía, jugamos con una carta a nuestro favor; Él viene a darnos claridad sobre el hombre, el pecado, el juicio, la salvación, los misterios de Dios y lo que Él espera de nosotros. Éste versículo me recuerda las palabras de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mí.”  El Espíritu de la Verdad viene para ayudarnos a recordar las palabras del Maestro, así como también para iluminarnos para que podamos interpretar su vida en la Tierra. ¿Quién mejor acaso que éste Espíritu que estuvo presente en toda la vida de Jesús, desde el embarazo de María, para hacernos capaces de conocerlo y amarlo cada vez más?

“No hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.”

     Jesús no nos deja solos, promete enviarnos su Espíritu con una misión: abrirnos los ojos para que podamos ver la mano de Dios interviniendo en nuestra vida cotidiana y agarrándonos fuerte cuando así lo necesitamos. Desde el principio, Jesús enseñó que el Espíritu no hablaría de sí mismo sino de Él. De este modo, les propongo que no sea hoy nuestra intención un tanto egoísta de sentir al Espíritu; pidamos más bien la capacidad de dejarlo entrar en nuestros corazones para que nuestra vida y nuestros actos sean movidos por Él. De este modo, las enseñanzas de Jesús que Él nos ayuda a comprender volverán a vivir en cada uno de nosotros, llenos de su Espíritu. Veremos así que, a pesar de vivir en una época y sociedad donde las certezas son muy pocas, además de invadirnos con una sensación de profunda felicidad y seguridad, también el Espíritu nos anunciará lo que va a seguir: un fuerte deseo de salir a anunciar el amor de Dios y compartirlo. Tomémonos un tiempo para pensar en qué momentos de nuestra vida cristiana nos sentimos movidos por el Espiritu Santo. 


"Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: «Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes»” 

     El Espíritu tiene una misión por parte del Padre y del Hijo, Él es el primero por el que la historia de Jesús toma forma, es Él quien lo moviliza a que sus actos como Hijo de Dios sean grandes y tomen sentido para todos los hombres. Se nos presenta la tercera persona de la Santísima Trinidad, sólo para glorificar a Dios. Sigamos por un lado este ejemplo de hacernos chicos al lado de quien todo lo puede y dediquemos nuestra vida a compartirlo y reflejar la paz y alegría que genera conocerlo.

     Por otro lado, tomemos la enseñanza del primer Pentecostés, cuando hace 2000 años los apóstoles proclamaron en distintas lenguas para que nadie sea privado de su testimonio. Con la misma unidad que reflejan el Padre, Hijo, y el Espíritu Santo, y con la misma unión de los apóstoles abramos nosotros también las puertas de nuestra Iglesia y, como lo pide el Papa, salgamos a llevar, bajo la luz del Espíritu, nuestra verdad de amor filial con Dios, que hoy somos afortunados de sentir, a los demás. 
     Si alguien tiene el Espíritu de Jesús, realiza los mismos gestos de Jesús: anuncia la palabra de Jesús; repite la oración de Jesús; perpetúa en la fracción del pan la acción de gracias de Jesús, y vive unido con los demás creyentes compartiendo con ellos. 

     Sin el Espíritu Santo, Dios quedaría lejos, Cristo pertenecería al pasado, el Evangelio sería letra muerta, la Iglesia, una organización más, la autoridad, un dominio, la misión, una propaganda, el culto, una evocación, el obrar cristiano, una ley moral. Pero con Él, el cosmos se eleva y gime en la infancia del Reino, Cristo ha resucitado, el Evangelio es potencia de vida, la Iglesia, comunión Trinitaria, la autoridad, servicio liberador, la misión, Pentecostés, el culto, memorial y anticipación, el obrar humano, realidad divina.