viernes, 20 de septiembre de 2013

Parábola del mayordomo infiel

"Decía también a los discípulos: 'Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: -¿Qué es lo que han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más este puesto-. El administrador pensó entonces: -¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!-. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: -¿Cuánto le debes a mi señor?-. "Veintes barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: -Toma tu recibo, siéntate enseguida, y anota diez-. Después preguntó a otro: -Y tú, ¿cuántos debes?. "Cuatrocientos quintales de trigo", le respondió. El administrador le dijo: -Toma tu recibo y anota trescientos-. Y el señor alabó a éste administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.' Pero yo les digo: 'Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes"
(Lc 16, 1-13) 

     En el evangelio de hoy, un hombre rico despide a su administrador por no haber hecho bien su trabajo. El hombre al ser despedido se angustia por su futuro. ¿Qué va a ser de su vida al salir de la casa del hombre rico?


¿Estoy preocupado por mi futuro? ¿Me preocupo más por el futuro que por el día a día? ¿Siempre queremos tener el control sobre las cosas que pasan?

     Al hombre despedido se le ocurre una idea para tener su futuro asegurado: llama a los deudores del jefe y les hace una rebaja considerable en las deudas que ellos tenían con el hombre rico. Estos deudores están agradecidos con el hombre despedido pero no saben que en realidad estaba engañando a su jefe.
     El jefe del hombre despedido al darse cuenta de que éste le fue infiel, lo alaba. Pero no está alabando la deshonestidad que su empleado tuvo para con él, sino la sagacidad utilizada para prepararse un buen futuro aún habiendo quedado sin empleo.
     El hombre despedido, buscó tener amigos en el futuro que le dieran premios por su amistad. Los hijos de este mundo utilizan toda su inteligencia para conseguir sus deseos mundanos, mientras que los hijos de Dios son descuidados en hacer provisión para obtener premios y recompensas en el estado eterno. 


¿Qué pasaría si todo el tiempo que estamos juzgando a los demás o criticándolos lo dedicáramos a ayudar al prójimo? 

     Si nosotros no somos fieles con las cosas materiales que nos da Jesús -si no las usamos para agrandar el reino de Dios- sino que las malgastamos para agrandar nuestro ego, tampoco vamos a ser fieles al usar de manera productiva los dones que nos da Dios.
     
"Si pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios."

     Jesús muestra cómo la gente pone todo su empeño en ganar dinero, para acumular, para ser ricos; pero Él, quiere que los cristianos pongamos todo nuestro interés en vivir como Él y en dar su testimonio. “Gánense amigos con los bienes de este mundo.” Mientras vivimos en este mundo, hagamos todo lo posible por conseguir los bienes que se agotan, los que perduran para siempre. Hay que aprovechar el tiempo con toda intensidad, para llenarse de buenas obras y ser recibidos por el Padre. El mensaje de Jesús nos obliga a replantearnos nuestra vida. El Evangelio y el compromiso de vivirlo abarca toda la vida del cristiano: valores, actitudes, sentimientos y obras. Depende de nosotros ponerlo en práctica.

      Señor Jesús, que me conozca a mí y que te conozca a Ti. Que no desee otra cosa sino a Ti, y que todo lo haga siempre por Ti. Que me humille y que te exalte a Ti. Que no piense nada más que en Ti, y que acepte todo como venido de Ti. Que renuncie a lo mío y te siga sólo a Ti. Que siempre elija seguirte a Ti. Que huya de mí y me refugie en Ti, y que merezca ser protegido por Ti. Que sea contado entre los elegidos por Ti. y ponga toda mi confianza en Ti. Y que obedezca a otros por amor a Ti. Que quiera ser pobre por amor a Ti. Concédeme la gracia de gozar para siempre de Ti. Amén.